“En la intimidad de una habitación, se desata un juego peligroso entre el amor, la posesión y el miedo a perder al otro que deriva en un final impensado entre el cuarentón Luis y el veinteañero Nico, quienes intentan sostener una relación que oscila entre la pasión, la ternura y la tormenta”.
Esa es la sinopsis de “Morí por amarte”, la obra escrita, dirigida y protagonizada por Ledu López, junto a Joaquín Galarza, que el elenco jujeño La Rosa Teatro presentará a las 22 en Casa Luján (Saavedra 74).
“Le debía a mi coprotagonista una obra, porque habíamos empezado a ensayar una comedia que quedó en la nada cuando el tercer actor no pudo continuar -recuerda López para LA GACETA-. Joaquín fue mi alumno en la escuela de actuación y estaba ansioso de tener su primer trabajo profesional. Tenía que buscar un texto para protagonizar con él, pero no lo encontré. Quería que los personajes pertenecieran al colectivo Lgbt, sin que sea una típica historia gay; entonces la escribí, aunque no me considero dramaturgo”.
La inspiración nació de dos puestas y una canción, reconoce: “me habían dejado una impresión fuerte ‘El cuarto de Verónica’, de Ira Levin, un thriller psicólogo; “Afterglow”, un drama con desnudos totales; y en un tema de Noruega Aurora, que usamos en la puesta con la idea de dos hombres bailando. Decidí que ‘Morí...’ tenga una pizca de erotismo bien justificado”.
“Todo transcurre en el lugar donde convive la pareja de mi ficción, con suspenso y con comportamientos tóxicos que se naturalizan cada vez más. Te doy un ejemplo: una persona reaccionaba a las historias de la obra en mi Instagram, lo invite a que venga a verla y me dijo que no podía porque era de otra localidad y a su novio no le gustaba que viaje a San Salvador... quedé escandalizado. Vengo viendo esto en muchas parejas heteros, gays, lesbianas. Se habla mucho del machismo, de los femicidios, pero poco se dice de la violencia que hay en las parejas, mas allá del sexo. A veces las personas creen que amar es poseer y controlar”, alerta, y describe el desarrollo de su planteo escénico: “todo arranca con una voz en off que pregunta si se puede morir por amor, y responde que sí. Luego, la misma voz nos dice que morir de amor es la peor manera de morir, porque se sigue con vida. En el primer acto todo es amor y romance, pero las alertas están y el público las nota; el segundo es el drama, y el tercero es el terror”.
“Envidiosa” y el viejo mito del hombre que le teme al amorLópez, quien se formó teatralmente en Tucumán durante una década, reivindica que “amar es un acto de fe, pero nadie garantiza que ea para siempre, sin importar cuanto lo juren; hay que vivirlo día a día, sabiendo que en cualquier momento se puede terminar si no se lo sostiene. Lleva trabajo, hay que pensarlo, el cerebro debe trabajar en el amor porque no puede hacer todo el corazón”. “Yo estoy en pareja y soy padre y tengo la costumbre de hablar con mi cónyuge sobre como manejaríamos una separación, no porque queremos que pase sino porque somos conscientes que está la posibilidad”, agrega.
“¿A quien no le rompieron el corazón alguna vez? A veces te permite construir algo mejor. También están aquellos que llevan el dolor para siempre, que no sanan, y muchas veces esas heridas abiertas te llevan a tener comportamientos qué terminan generando heridas semejantes en los otros”, sostiene.
La puesta se sostiene desde una estética realista, que exige un fuerte compromiso actoral: “nos dejamos llevar, fluir, nos metemos en la piel de estos personajes. Fue un desafío encarar las escenas íntimas, los besos, las caricias, los maltratos, sentimos todo en nuestra propia piel. Llegamos a cada función espléndidos y salimos demacrados, pero estamos felices, no importa cuanta energía nos consuma”.